Los proyectos que integran vegetación en los edificios son cada vez más habituales, gracias también a los starchitectos, que han sabido apostar por soluciones que combinan estética y sostenibilidad. Así, los techos verdes se están convirtiendo en protagonistas de proyectos en todo el mundo que pretenden devolver la naturaleza a la ciudad, transformando los tejados en espacios verdes elevados capaces de conferir a los edificios un carácter distintivo, al tiempo que contribuyen a combatir la progresiva sobreconstrucción.
Los techos verdes representan una alternativa válida a los techos tradicionales y son ya una solución adoptada por muchos diseñadores, tanto por razones relacionadas con el estilo como, sobre todo, con la mejora del rendimiento de los edificios. Están vinculados al tema de las ciudades inteligentes, que engloba conceptos relacionados con una nueva forma de ver la realidad urbana, centrada en el bienestar de los ciudadanos y la eficiencia energética. Los tejados verdes son espacios permeables capaces de combatir la contaminación y propiciar innumerables beneficios para el medio ambiente, contribuyendo a un ahorro energético que en algunos casos llega al 10% en comparación con un edificio con un sistema de cubierta tradicional.
Estos jardines, situados en las azoteas de una gran variedad de tipos de edificios, se dividen en dos tipos: extensivos o intensivos en función del grosor del sustrato. El tejado verde extensivo es adecuado para capas finas, no suele ser utilizable y requiere poco mantenimiento a lo largo del año. La intensiva, en cambio, es la solución más tradicional y permite una gran variedad de plantas, arbustos y árboles gracias a una estratigrafía más gruesa.
IGLU’® GREEN ROOF, producido por Daliform Group y fabricado con material plástico reciclado, es la solución para crear un techo verde capaz de garantizar:
- alta capacidad de retención y acumulación de agua, favoreciendo un drenaje más gradual en caso de fuertes lluvias y evitando la desaparición de la vegetación por falta o exceso de agua.
- sostenibilidad ambiental, al mejorar el macro y microclima, así como la calidad del aire.
- aislamiento acústico, mitigando la acción de las ondas acústicas y reduciendo en algunos decibelios la propagación a las estancias inferiores, lo que redunda en una mejora del confort en el interior del edificio.
- aislamiento térmico, con menor dispersión del calor en invierno y refrigeración natural en verano.